lunes, 29 de diciembre de 2008

El Feodorico


El Foedorico, llegó a la casa a mediados de abril de este año, hacia harto frío. Yo estaba en la oficina cuando me llamaron para avisarme que me tenían un regalo, llegue a la casa y ahí estaba, un perrito de poco mas de un mes, blanco con orejas café claro y una manchita de igual color sobre el lomo, lo tome en brazos para verlo bien y era re feo, además sacaba la lengua cada vez que lo tomaba, se ponía tieso y gruñía… Parecía un chanchito. Desde que llego, siempre estuvo en el patio, con el Chicho, el perro viejo de la casa, quien era como su padre. A medida que fue creciendo, el Feodorico se volvió un desastre, rompía todo lo que pillaba a su paso, era bien inquieto, hiperactivo; recuerdo un día en el cual encontré la manguera de extracción de aire de la secadora estirada desde el lavadero hasta la puerta de la cocina. Comía por tres perros juntos y no había forma de corregirlo, talvez era porque nunca tuvo mucho cariño, lo separaron muy temprano del lado de su madre y llegó a un hogar donde no se le brindo mucho cariño. Yo le hacia cariño cada vez que podía, pero habían días en los cuales solo lo veía cuando le daba el alimento, ya que por mi trabajo llegaba demasiado tarde a casa y salía temprano.

Un día decidí comenzar a buscarle un nuevo hogar, no podía tener en casa a ese perrito que necesitaba que le dedicaran más tiempo y fue así como Ricardo se lo llevó a una de las casas que estaba remodelando para que acompañara al cuidador. El Feodorico siempre quiso harto a Ricardo, le era su perro fiel, cuando sentía llegar la camioneta a la obra salía a su encuentro y cuando se iba lo seguía por varias cuadras, creo que en la obra era feliz, los maestros lo querían harto, sobretodo el cuidador, ya que era su única compañía cuando lo maestros no estaban, ahí se rodeo de cariño, ya que los contratistas e instaladores que iban a la obra solían hacerle cariño. El señor que retiraba los escombros solía jugar con el. Ricardo nunca quiso mucho al Feodorico, lo encontraba un poco tonto, un poco loco por su comportamiento tan hiperquinetico, destructivo. Una vez le lanzó un macetero plástico que había destrozado., pero aun así el Feodorico le seguía queriendo, para el su amo siempre fue Ricardo.

Una mañana que fui a la obra, lo ví correr por las calles de barrio, feliz, había encontrado su lugar, su mundo, aunque debo reconocer que me dio pena verlo por la calle, pero estaba bien, salía a recorrer el barrio y luego volvía a la casa.

Hace un par de semanas atrás, fue el señor que hace los muebles para las remodelaciones a instalar unos a la obra, ese mismo día llamaron a Ricardo para decirle que al momento de marcharse, este señor había pasado a llevar con su camioneta al Feodorico, pero que lo habían llevado al veterinario y que estaba bien, solo que no caminaba debido a que tenia resentida una pata, la que talvez estaba quebrada, pero que el veterinario había dicho que sanaría. Esa tarde, después de la oficina fuimos con Ricardo a verlo, cuando vio a Ricardo quiso levantarse para salir a su encuentro, pero no podía, el dolor de su pata lastimada era demasiado, creo yo. Me acerque a el y le hice harto cariño, Ricardo también, como lo había estado haciendo en el último tiempo. Después de un rato, Ricardo le dio un antinflamatorio y el cuidador lo recostó sobre una alfombra, me despedí de el y nos marchamos, yo con la idea que se recuperaría, se veía bien de animo, además el señor de los muebles había quedado de llevarlo nuevamente al veterinario.

El fin de semana pasado, Ricardo recibió una llamada del cuidador de la casa, en la cual le decía que el Feodorico estaba hinchado y lloraba mucho, lo cual Ricardo atribuyo a que como no se podía mover con facilidad aun, estaba con problemas de esfínter, así que en la semana lo llevaría al veterinario. Cuando me entere de esto me quedo una cierta preocupación, aunque Ricardo aseguro que lo haría ver, además que tanto el cuidador como los maestros lo cuidaban harto, inclusive lo andaban trayendo en sus brazos. Este lunes, mientras estaba en la oficina, recibí un llamado de Ricardo, al recordarlo en estos momentos, el mismo escalofrío recorre mi cuerpo, enfría mi piel y hace que las lagrimas inunden mis ojos, en ese llamado, Ricardo me comunicaba que el Feodorico había muerto, lo había llevado con el cuidador al veterinario y al revisarlo, este se percato de que estaba quebrado por dentro, su pelvis, por lo que suponemos que el señor de los muebles le paso la camioneta una rueda por encima, por lo cual había dos soluciones, la primera consistía en una operación en la cual el veterinario no garantizaba que quedara del todo bien o lo que es peor, talvez no la resistiera, ya que habría que reconstruirle la pelvis; la segunda, era la eutanasia, que para su estado era lo mas recomendado. Mientras el veterinario decía esto a Ricardo, el Feodorico estaba en la camilla, moviendo su cola, con su cara especial, no tan feo como antes, pero con esa carita que era como sonriente todo el tiempo. Ricardo se acerco para acariciarlo por ultima vez, ya que había tomado la segunda opción, mientras hacia esto, el Feodorico sacó su lengua por el hocico, como lo hacia cuando mas pequeño, cuando yo lo tomaba con mis manos y lo ponía frente a mi. El veterinario tomo la jeringa con el liquido y coloco la inyección letal al Feodorico, quien lentamente fue cerrando los ojos a medida que sus respiración y latidos se hacían mas débiles, hasta desaparecer, exhalo su ultimo aliento y saco la lengua, por fin pudo descansar, dejar ese dolor causado por el accidente, se sumergió en su sueño eterno, talvez soñando que regresaba a casa, sano, junto a Ricardo. Mientras tanto, Ricardo no dejaba de sentirse culpable por haber tomado esta decisión, veía en este gesto una traición… Había traicionado a ese animalito, que confiado en su amo, había llegado a la consulta del veterinario en busca de una mejoría y solo había encontrado como solución la muerte, había traicionado a ese ser que aunque en un comienzo no fue muy querido por el, siempre le había dado la mayor muestra de fidelidad... Sintió escalofríos a pensar en ello y al darse cuenta de que ya no estaría quien se alegraba de verlo, que corría a su encuentro, que daba enormes brincos de felicidad y mostraba sus dientes en señal de alegría cada vez que veía llegar a su amo.

Lo llevó de regreso a la casa, donde los maestros con lágrimas en los ojos, cavaron un hoyo en el fondo del patio y lo enterraron. Ricardo, al igual que ellos, se quebró y sintió como las lágrimas inundaban sus ojos. Creo que la muerte del Feodorico será algo que siempre estará en su vida, como un fantasma, ya que hace un par de días, cuando abordamos el tema, sus ojos se llenaron de lagrimas y dijo con voz entrecortada que el Feodorico, había sido el único, de todos los perros que ha tenido, que le había dado la mas grande de las lecciones de vida que puede aprender un ser humano, ya que se mantuvo fiel a su amo, hasta el ultimo momento… Poniendo su vida en las manos de él.

Ahora, mientras termino de escribir, lo hago escuchando la canción "Callejero" de Alberto Cortes, y las lagrimas no paran de correr por mis mejillas, ya que traen el recuerdo de aquellos seres, muchas veces desprotegidos, que llegan a nuestra vida y nos dan lo mejor de si, aunque muchas veces no sabemos retribuirles todo el cariño y alegria que nos brindan...